La propiedad intelectual, su registro y oportuna protección, es un asunto estratégico en el proceso de creación de nuevos negocios.
Tema que se ha vuelto relevante hoy en nuestro país, dado que año a año se incrementa el número de personas que tienen al emprendimiento y la innovación como su objetivo profesional. Prueba de ello son los resultados de muchas iniciativas que se han implementado tanto a nivel de instituciones educacionales, organizaciones privadas, así como de instituciones del Estado.
Estas iniciativas que han fomentado la exposición y el desarrollo de nuevas ideas de productos o servicios, han tenido como resultado proyectos con opciones de prosperar en el mercado nacional e incluso traspasar las fronteras y ser exportados.
Sin embargo, a veces el proceso de emprender, considerando todas las etapas de gestión necesarias para evaluar su potencial, no pone tanta atención en la validación de la propiedad intelectual.
Hemos visto proyectos de emprendimiento que efectivamente tienen un potencial de mercado. Ya sea porque apuntan a una necesidad insatisfecha, porque son más amistosos y significativos para el consumidor, porque tiene mejores cualidades, o simplemente, porque permiten ahorros de costos o mejoras de productividad, u otros beneficios valorados por el mercado o las industrias.
Asimismo, se realizan análisis del mercado, se estudian los posibles competidores, se definen las oportunidades y las amenazas, se establece el plan de negocios, los flujos estimados de ingresos y costos, o las necesidades de financiamiento.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos mencionados, muchas veces no se incorpora el registro de marcas y patentes como parte de la estrategia del negocio. Y esto generalmente sucede porque se piensa que no importa tanto la protección de la innovación o idea en sí, sino que lo importante es quién llega primero y más rápido al mercado, porque será el mismo mercado el que entienda quién fue el creador.
Ciertamente, esta opción es un camino riesgoso. Es preferible que, además de llegar primero al mercado y obtener masa crítica de consumidores, la innovación y el emprendimiento estén respaldados por una estrategia de protección intelectual. El registro de marcas y patentes permite resguardar activos tangibles e intangibles que constituyen parte significativa del valor de la empresa.
La presentación de una solicitud de marca o la presentación de una solicitud de patente, y el registro de uno o más dominios son los pasos iniciales, pero una estrategia de protección de propiedad intelectual es algo mucho más amplio.
También es importante preocuparse de custodiar la propiedad intelectual en el desarrollo de las innovaciones -sean éstas de productos o servicios- al interior del propio emprendimiento y a través de los instrumentos adecuados. Para esto, se debe procurar los registros de obras, softwares, aplicaciones, logotipos, slogan y otros componentes de relevancia estratégica para el nuevo negocio que se está generando.
Por otra parte, una vez que se decide internacionalizar un negocio es necesario proteger la innovación anticipadamente a la ejecución del proyecto en el extranjero, aunque sea en forma básica. Esto se debe considerar también para el caso en que se quiera presentar el proyecto a potenciales inversionistas o socios, contando también para ello con una estrategia de exposición inicial de las ideas y proyectos, y una estrategia de protección que permita exponer en mayor detalle las ideas a quiénes presenten un interés real en apoyar el emprendimiento, minimizando así los riesgos de filtraciones y copias.
Aprovechar todas las categorías disponibles de protección de propiedad intelectual permite avanzar a paso más firme y resguardar activos que, muchas veces, son en sí mismos el centro del negocio y aportan mayor valor a un emprendimiento innovador.
Gabriela Paiva, Abogado
Isabel Margarita Paiva, Ingeniero Comercial
PAIVA & CÍA.
Publicado en Agosto de 2012, en Contact Chile -Programa para la internacionalización de la Innovación -ProChile