Escribir sobre las mujeres abogadas y su participación en el mundo de los altos cargos y estudios de abogados es un tema que me parece relevante. Conozco el esfuerzo, la constancia, el conocimiento y la solidez que hay detrás de las abogadas que conforman el exiguo 7% de socias en los estudios chilenos, según el estudio reciente de investigadores de la UDP. Las mujeres que han logrado destacar en la política nacional lamentan la baja participación que tienen y proponen cuotas. Sin embargo, en esta área la participación femenina es de un 15,8% lo que es más del doble del porcentaje de socias abogadas en los estudios.
Sin duda, poner el tema en la discusión, y más que nada en la conversación, es un avance. Estoy segura que el volvernos conscientes de esta realidad significará que más mujeres abogadas puedan asumir posiciones de liderazgo en los estudios, y en el mundo público y empresarial. Ellas están preparadas y esperan la oportunidad para asumir mayores responsabilidades. Sus aportes pueden ser gigantes ya que en general nuestro género aporta una mirada distinta, integral y somos reconocidas por ser rigurosas y mateas, todo ello requerido en esta profesión. Otro factor importante, y para mí el fundamental, es contar con ejemplos. Todas las mujeres abogadas que hemos logrado avanzar en nuestras carreras tenemos la responsabilidad y el privilegio de aportar para que el mundo que viene sea más equilibrado. Estudios han demostrado que a aquellas empresas con mayor número de mujeres en cargos directivos les va mejor.
Es un hecho que los talentos están igualmente distribuidos entre hombres y mujeres, y si apenas el 7% o el 15,8% de estos talentos llegan a ser reconocidos, quiere decir que nuestra sociedad está perdiendo muchas e insospechadas oportunidades. En Estados Unidos, aún no hay una mujer presidenta y con leyes de cuotas se logró primero la diversidad racial, lo cual muestra que también allí el tema de la participación femenina sigue siendo un tema pendiente. En otra realidad, recientemente el Primer Ministro de Japón expresó su deseo de mejorar la participación de la mujer en el trabajo. Conozco de cerca la cultura japonesa ya que fue en ese país donde realicé mis estudios de posgrado y fue allí donde tuve la ocasión de participar en el grupo de Foreign Women Lawyers Association, que abría espacios a la participación de las abogadas, algo prácticamente inexistente. Chile, aunque en una mejor situación, no está tan lejos de Japón cuando se trata de cifras de participación de mujeres en altos cargos. Así, de acuerdo al Global Gap Index 2013, que mide las brechas de género en cuanto a acceso a recurso y oportunidades en cada país, Chile se ubicó en el lugar 91 y Japón en el 105. Cultivar y mantener el espíritu de superación y las metas altas, siempre con el entusiasmo y el convencimiento que todo es posible y se puede lograr, es una de las lecciones que se deben aprender.
En Japón se ha desarrollado en concepto de la curva M para reflejar la vida laboral de las mujeres allí. La primera parte de la M es ascendente y corresponde al momento en que la mayoría de las jóvenes recién egresadas ingresan a trabajar, luego el rápido descenso cuando por razones de maternidad dejan de trabajar y al cabo de unos años o década el nuevo ascenso de vuelta al trabajo, pero con condiciones y cargos de menor relevancia hasta la curva del retiro.
Conversemos, escribamos, opinemos sobre la necesidad de incorporar a las mujeres abogadas y de reconocer sus méritos. Creo que los clientes deberían comenzar a tener la inquietud y a preguntar a los estudios ¿dónde están las integrantes profesionales abogadas del equipo legal?
Revista El Mercurio Legal, Agosto 2014